Laura Gorre

06 marzo, 2014

flechas de luz



          Estuve con ella la noche antes del naufragio
y supimos que
el mar... sería palabra maldita.

Hugo Amicone





A veces nos libera


A veces nos libera
De esas esclavitudes
Adheridas
Que tientan venenosas
Con sus raíces tiernas,
Y cuesta decir no
Para que siga siendo
Él mismo:

El movimiento,
Estado natural
De las esferas.

Pero no existe
Perfecto,
Sucumbe ante la idea
Del retorno.
El viaje, o esa capacidad
De la sorpresa y el deseo

Que hace que me descubra
A través de otros ojos
Que sé que me contienen

Que hace que el día nazca
Y estrene un nuevo sol

O que crezca la noche
De astros nunca observados

O que tu cuerpo sea
Playa con selva al fondo
Para la sal del náufrago.

Goya Gutiérrez










Ojos como puñales
claros
ojos en todos los puñales
hebras
luz de
de tiempo
de piel ida.
la razón empaña
Ni bien se sufre
Ni casi
entrecruzando calles como despedidas.

Hugo Amicone

















Atrás quedaron los ojos de ceniza, el corazón apagado.


Vuelven medusas, dragones infernales hablando la 

lengua olvidada del Mar Muerto.


Han jurado no difamar, no levantar falso testimonio.
Ahora guardan un rubí bajo la lengua.

Las hienas asustan a los niños- dicen. Y nosotros

 envolvemos sus aullidos en mantas muy blandas
 que guardamos debajo de las camas.


No hay delación alguna en la actuación. El

 personaje es siempre el que secuestra. Y nunca omite.


Hay una arqueología teatral que debe ser fiel a sí

 misma. Un aquellarre invitante que nos facilita las
 máscaras que el prejuicio nos ha impedido. O la fatalidad.

Marcela Armengod












Fotografía: Yamamoto Masao



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