No es
que sólo el hombre público tenga una vida interior cargada de posibilidades. Sería
ridículo afirmarlo. ¡Cuántos hombres privados, convencidos de ser “privados”,
merecen una estima más sincera que los otros! Se convendrá que no se les puede
tomar como objetivo de estudio, más que en los casos fortuitos en que sea posible
entrar en su intimidad.
Pero lo
que llamamos, a imitación de los ingleses, , se
presta poco a estas indagaciones. Vive en estado de intercambio, de compromiso.
Para llegar a ser el digno ciudadano de un país o una civilización, el
individuo empleará la mayor parte de sus fuerza en reprimir las manifestaciones
molestas de su personalidad. El homo-civis típico es el hombre que ha
conseguido, en parte por atarismo, en parte por convencimiento interior,
eliminar toda singularidad de su persona.
Pierre
Abraham, 1929.
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