Estuve con ella la noche antes del naufragio
y supimos que
el mar... sería palabra maldita.
Hugo Amicone
A veces nos liberaA veces nos libera
De esas esclavitudes
Adheridas
Que tientan venenosas
Con sus raíces tiernas,
Y cuesta decir no
Para que siga siendo
Él mismo:
El movimiento,
Estado natural
De las esferas.
Pero no existe
Perfecto,
Sucumbe ante la idea
Del retorno.
El viaje, o esa capacidad
De la sorpresa y el deseo
Que hace que me descubra
A través de otros ojos
Que sé que me contienen
Que hace que el día nazca
Y estrene un nuevo sol
O que crezca la noche
De astros nunca observados
O que tu cuerpo sea
Playa con selva al fondo
Para la sal del náufrago.
Goya Gutiérrez
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Ojos como puñalesclarosojos en todos los puñaleshebrasluz dede tiempode piel ida.la razón empañaNi bien se sufreNi casientrecruzando calles como despedidas.
Hugo Amicone
Atrás quedaron los ojos de ceniza, el corazón apagado.
Vuelven medusas, dragones infernales hablando la
lengua olvidada del Mar Muerto.
Han jurado no difamar, no levantar falso testimonio.
Ahora guardan un rubí bajo la lengua.
Las hienas asustan a los niños- dicen. Y nosotros
envolvemos sus aullidos en mantas muy blandas
que guardamos debajo de las camas.
No hay delación alguna en la actuación. El
personaje es siempre el que secuestra. Y nunca omite.
Hay una arqueología teatral que debe ser fiel a sí
misma. Un aquellarre invitante que nos facilita las
máscaras que el prejuicio nos ha impedido. O la fatalidad.
Marcela Armengod
Fotografía: Yamamoto Masao
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