Anoche traté de imaginar largo tiempo, con
gran esfuerzo, mi no-existencia. La nada subjetiva.
Percibía, por así decirlo, cómo me escabullía de mi
cuerpo, pero allí concluía la aventura. Cuando dejo
el envoltorio, desaparece también el contenido; to-
do acaba. Estoy atado a mi cuerpo de por vida; este
lugar común resulta a veces casi inconcebible. Sería
un error suponer que mi vida es mía. Pero un error
todavía más grave sería abandonarla, estropearla,
echarla a perder. Esta vida me ha sido confiada. No
pregunto por quién, puesto que conozco la respues-
ta y sé, por tanto, que la pregunta está mal plantea-
da; sólo puedo fiarme de mi propia e indiscutible
percepción de la responsabilidad (en cuanto única
experiencia perceptible).
Imre Kertész
"Yo, otro"
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